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Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza

Daniel 9:3

 

Cuando Daniel leyó la profecía que Jehová le había dado a Jeremías, surgió en su corazón un deseo de buscar el rostro de Dios en oración.

Dice el texto que Daniel le buscaba en ruego. El ruego o súplica es sinónimo de oración. De acuerdo a la historia de la palabra súplica, se refiere a doblegarse e indica una sumisión arrodillándose o postrándose. Rogar o suplicar es pedir humildemente y seriamente. Se refiere más a nuestra actitud en la oración.” Rogarle o suplicarle al Señor denota nuestra dependencia en la misericordia de Dios.

Aparte del ruego, se vistió de cilicio el cual era una vestidura de saco que en los tiempos antiguos su usaba como muestra de luto o gran tristeza. También se postró en cenizas. Era una costumbre de los antiguos en el medio oriente que surgió como una expresión emocional en momentos de dolor. Claro está que este tipo de oración no es para una rutina diaria como costumbre.

En su oración, Daniel hizo confesión a Dios por sus pecados y los pecados del pueblo. Él se había mantenido fiel a Dios en Babilonia, y Dios le había revelado grandes cosas, Daniel tuvo la humildad para reconocer que no era más grande que los demás. Su oración conmovió el corazón de Dios, y sin esperar que terminara, Jehová envió el ángel Gabriel para hablar con su siervo.

Recordemos que Daniel estaba en ayuno, pero la respuesta vino cerca de la hora del sacrificio de la tarde. Es decir, cerca de las tres. Desde la mañana hasta la tarde Daniel se mantuvo clamando intensamente hasta recibir la respuesta.

A través de las Escrituras Dios nos está llamando a que busquemos su rostro. Que el Señor nos ayude a buscarle de todo corazón, rogar por nosotros, por nuestra ciudad, comuna, región y nuestro país, estando dispuestos a rendirlo todo a Él, dándole siempre el primer lugar en nuestras vidas.

 

CARLOTA QUINTANILLA

DEPTO RELIGIÓN